jueves, 4 de agosto de 2011

Serpiente


Michelle viajaba en una tarde como cualquier otra desde su trabajo a su casa, hipnotizada por el camino y una foto desgastada estampada en la parte trasera de un bus, iba pensando en la suerte que tenia de poder pagar un taxi, y como deseaba poder pagar un carro, respondía de manera maquinal a las preguntas del taxista, reía si el reía, reprochaba si el reprochaba, o simplemente guardaba silencio, en ese momento, ideas más importantes ocupaban la calma de su mente, había percibido un ambiente parecido al del sueño que tuvo la noche anterior; normalmente eso no debía de extrañarle, primero, porque es muy común soñar con personas y lugares que conocemos, y segundo, porque Michelle soñaba todas las noches, pero esta vez había una particularidad; el jueves dejó de soñar con pelotas de básquetbol hechas de maíz con miel, y soñó con serpiente. Fue un sueño vívido, pero Michelle entendía que lo experimentado dentro de este, no tenía lugar en la realidad, al menos en la que ella imaginaba.

En su sueño Michelle regresaba a casa después de un largo día de trabajo, un payaso manejaba el taxi en el que ella venia, por dentro el auto estaba decorado como si se tratara de un circo rodante y por fuera era como cualquier otro taxi, había un bus en el sueño, pasaba cada cierto tiempo, y en la parte trasera se publicitaba una nueva lavandería, luego el taxi empezó a hacer lo mismo que el bus, iban corriendo a la par y en círculos, hasta que después de un tiempo, cuando ella estaba mareada el payaso decidió seguir la ruta original, y llevarla a casa, la música sonaba a gotas de lluvia que venían de todos lados, incluso parecía que intentaban entrar al auto por debajo; cuando estaba cerca de llegar a su hogar, Michelle notó una casa blanca que se imponía entre muchas champas, y fuera de ella había una estructura cilíndrica de donde salió una serpiente gigante, que se estrelló contra el carro del payaso, y le susurró “serpiente”. Nada de esto era extraño para ella, era uno de los sueños más normales que había tenido, lo extraño era que había soñado toda la semana con pelotas de maíz con miel y ahora soñaba con serpiente, sin duda, la situación requería de toda su concentración.

Escuchó el pito del taxi, había llegado a casa, intentó bajar pero el taxista bloqueó la puerta y le pidió que pagara, ella lo hizo y le pidió disculpas, tenía la cabeza en otro lugar. Antes de entrar le vio irse y pensó- El payaso era más amable- y procedió a abrir el portón. No se detuvo a comer, ni a revisar el trabajo que tenía pendiente, encendió la televisión y se acostó en la cama, seguía divagando en el por qué de su sueño. Jamás le había prestado atención a ningún sueño o pesadilla, no le importaban, con el tiempo se había acostumbrado a soñar sin que pasara nada, pero, esta vez consideró en consultarle el significado de su repentina obsesión al todo poderoso Google, así que encendió su laptop de una vez. Los resultados de su búsqueda le parecieron un poco divertidos, unos eran optimistas, otros desalentadores, pero todos le causaban risa, le parecía gracioso como la gente tenía tanto tiempo de imaginar todos esos significados e interpretaciones, y aun más divertido le parecía el hecho de que ella había caído en la desgracia de leerlos, después de un rato decidió dormir.

A la mañana siguiente Michelle despertó más inquieta. Las pelotas de básquetbol habían regresado, hechas de maíz y miel, rebotando de aquí allá en el oscuro paisaje de sus sueños, ella intentaba coger alguna para encestarla, pero eran demasiadas, y muy inquietas, como siempre, al final del sueño logro coger una pelota, pero prefirió comerla. Así había soñado toda la semana, excepto el jueves, y aunque sentía que había regresado la normalidad a su cabeza, no podía ignorar que el ciclo se había roto una vez, no lograba asimilarlo; si un lunes empezaba soñando con fresas, entonces toda la semana pasaba soñando con fresas, si un lunes soñaba con elefantes entonces así debía ser toda la semana, así había sido toda su vida, fuera sueño o pesadilla se repetía toda la semana. Ella estaba consciente de que no podía comentar su situación con nadie, o empezarían a tildarla de loca, prefirió reservarse sus inquietudes y observar que ocurriría en el transcurso del fin de semana.

Viernes, sábado y domingo, todo parecía estar bien, las pelotas de básquetbol seguían ahí y sabía que la noche del domingo experimentaría un nuevo sueño, pero aun seguía pensando en serpiente. Después del trabajo fue a sentarse a la banca del parque que estaba en frente, necesitaba despejar su mente merodeando con la vista entre arboles, columpios y resbaladeros, estar cerca de la gente le hacía bien, se contagiaba de su entusiasmo; los niños no paraban de jugar, gritaban y reían a carcajadas, ella reía con ellos, sin entender por qué. El parque era chico, pero toda la gente lo hacía parecer enorme, la noche se acercaba, y las luces de la calle se encendían lentamente, y las fritangueras sacaban sus panas con carne y tajadas, los niños cansados pedían irse y sus padres solo esperaban que la comida estuviera lista, Michelle vio pasar el carro de su jefe, e imagino como seria manejarlo, su mirada se fue con el auto, era tiempo de volver a casa, cuando iba saliendo del parque a buscar un taxi, el carro de su jefe pasó a la par- Michelle, ¿va para su casa? Mejor la llevo, parece que lloverá- le dijo su jefe gritando, - Muchas gracias, pero puedo tomar un taxi- le respondió ella, con ganas de subir al auto, - No sea tonta, no tiene por qué pagar, con gusto la llevo- le replicó el jefe mientras bajaba y abría la puerta, Michelle intentó disimular su emoción.

Estaba fascinada con el auto, aunque miraba todo de reojo, preguntaba detalles que no delataran su impresión, casi no prestaba atención a lo que su jefe le decía, le daba respuestas mecánicas, y a la vez buscaba una tarjeta o identificación que le recordara su nombre, o su apellido, no encontraba nada. Michelle empezó a sentirse como en el sueño, los caminos se parecían mucho, comenzó a sentirse mareada y a escuchar el eco sin fin de la voz de su jefe- Trabajaba en un circo de niño- escuchaba, mientras perdía la visión, entonces despertó, era lunes por la mañana y las pelotas de básquetbol habían sido remplazadas por la experiencia del parque y del auto, lo bueno es que había soñado algo diferente, y lo malo que serpiente había contaminado su sueño, asoció el circo donde trabajó su jefe con el taxi decorado del payaso, aquel sueño la había afectado demasiado, necesitaba un explicación.
En el trabajo estuvo distraída, y pasó el día dibujando su sueño, pensaba que quizás podía entender algo si lo plasmaba en el papel, pero nada venia a su mente,  solo divagaba en las palabras y las imágenes; serpiente, circo, payaso, ¿Qué podrían significar?, quizás en  las definiciones del buscador todo poderoso se encontraba la respuesta, pero no la encontró por verlas como un chiste, o quizás no, solamente debía aceptar que el ciclo se había roto, y eso no significaba nada, y que simplemente debía dejar de preguntarse “por qué”.

Michelle estaba más inquieta, decidió trabajar pero le fue imposible, entonces se tomó un receso y se dirigió al parque, ahí podría despejar sus pensamientos, pero cuando salió se dio cuenta que no había nada ahí, era un previo baldío con un quiosco abandonado, volteó a para hablar con un CPF y le preguntó donde quedaba el parque, -Ahí no ha habido parque nunca, amor- le respondió el vigilante sonriente, entonces se dirigió adentro y le pregunto a una mujer que estaba tomando agua del oasis si ella conocía algún parque cercano,- No Michelle, no creo que por aquí hayan parques- y en seguida le preguntó- ¿Por qué?- y Michelle simplemente le cerró los ojos e hizo señales de negación con su cabeza, y fue a encerrarse a los baños. 

-Serpiente-, escuchaba decir a una voz que salía de las paredes, y en la vista de sus compañeros también podía verla, entendió que era hora de buscar ayuda, el consejero del lugar era una pésima opción, pero era la más inmediata y gratis. Esperó un tiempo a que apareciera, mientras intentaba figurarse como un sueño la había desestabilizado tanto. Pasó demasiado tiempo, se levantó de la silla para marcharse y el entró – Michelle, dígame, ¿para qué me necesita?- le dijo entusiasmado, mientras rebuscaba unos papeles en su escritorio, - Nada, créeme que puede esperar hasta mañana, gracias- le respondió intentando recordar su nombre y alejándose de la entrada.

Michelle salió del trabajo un poco alterada, compró pastillas para el dolor de cabeza y se apresuró a tomar un taxi, no quería dormir, los sueños ya no eran lo mismo. Mientras iba en el taxi empezó a llover, y se imaginó que pronto despertaría de otro sueño, más no fue así. - ¿Conoce un parque cerca?- le preguntó al taxista, - No, en verdad no conozco ninguno que esté por aquí- le respondió el un poco extrañado por la pregunta, - Me gustan los parques, me gustan mucho- le dijo ella viendo el sin fin del camino, pero el taxista guardó silencio y le subió el volumen a la música.

-¡Puta! Esta inundado, tendremos que coger el desvío- exclamo el taxista, Michelle se despertó un poco desorientada, y le dijo – Como quiera, solo lléveme a casa- y se acomodó en el asiento sin cerrar los ojos de nuevo. La calle del desvío era oscura, por suerte los focos del taxi eran potentes, pronto entraron a un asentamiento que les llevaría a la calle principal, entonces Michelle notó que había una casa exactamente igual a la de su sueño, - ¡Pare!- gritó, el taxista frenó lo más rápido que pudo,- Espere aquí, es solo un momento-. Ahí estaba, la estructura cilíndrica, y la casa imponente de sus sueños, no podía creerlo, solo faltaba serpiente, entonces Michelle se acercó más y pronunció la palabra – Serpiente-, no pasó nada, se dirigió al carro, el taxista estaba inquieto y empezó a sonar la bocina. Michelle no dejaba de ver la casa, aun dentro del carro se quedaba observándola, - ¿algún conocido suyo?- le preguntó el taxista, -¿Quién?- le reprochó ella, - Solo miraba la estructura cilíndrica, me gusta mucho- le aclaró. Cuando el taxista arrancó el auto una bestia enorme salió de la estructura, y se estrelló contra el auto, ambos gritaban mientras daban vueltas en el aire, ella pensaba que todo era un sueño, solo una pesadilla, y aquel hombre no pensaba nada, y pronto se desvaneció, junto con el carro, las casas, las calles y las estrellas, quedaban solamente Michelle y la bestia en un espacio oscuro, ella gritaba su nombre y el monstruo le decía – Ven-, y entonces Michelle fue tragada por serpiente, y despertó.

Era la camilla de un hospital, la gente se encontraba nerviosa por sus gritos, una enfermera corrió al lugar a ver qué pasaba y cuando la vio despierta se apresuró a atenderla, en cuestión de segundos  Michelle estaba rodeada de doctores y enfermeras, hombres, mujeres, niños, y más gente que se acercó a la camilla para abrazarla, se parecían mucho a la gente del parque, se sentían bien sus abrazos, su voz resultaba agradable, pero ¿Quién era esa gente?- Michelle les gritó asustada, - ¡¿Qué pasa?!-, las personas la observaron en silencio, y el doctor se quedó a solas con ella.

- Usted, ¿sabe su nombre completo?-, preguntó el doctor.

- Se que me llamo Michelle, no sé que más sigue-, le respondió confundida.

- Ese es su nombre completo, Michelle, el mío es Carlos-, le indicó el doctor contento.

- Carlos, nada más. Susurró ella.

- Dígame, ¿sabe donde esta?, ¿sabe qué año es? ¿Sabe por qué esta aquí?-, le preguntó el doctor apresurado.

- Aparentemente, estoy en un hospital, es el año 2011, no sé el mes, ni el día, y no sé por qué estoy aquí-, le dijo Michelle tratando de descubrirlo.

-Bueno, esto es un hospital, en efecto, yo soy un doctor, me alegra que sepa el año, pero me gustaría que me explicaras que es un día, y que es un mes, yo voy a tratar de explicarte por qué estás aquí- Le explicó el doctor, mientras apuntaba en su libreta.

- ¿Cómo, usted no sabe que son días o meses? Debería buscar un calendario, y dejarme ir, quiero ir a casa, ¿quién es esa gente?- le preguntó Michelle desesperada.

- Tranquila Michelle, pronto podrá irse, dígame, recuerda algo sobre un accidente de autos-, le expresó el doctor atento a su respuesta.

- Bien, he soñado últimamente con algo parecido- le dijo Michelle sin darle importancia.
- Cuente el sueño- le replicó el doctor.

- Básicamente, una serpiente gigante me atropelló- le respondió ella muy inquieta.

-Entonces si recuerda el accidente- expresó el doctor asombrado.

-¿accidente?, solo fue un sueño- dijo ella sonriendo.

-Michelle, hace dos semanas un serpiente gigante escapó de una casa y se estrelló contra el taxi que viajabas, lamentablemente, el payaso que lo conducía no logró sobrevivir- fueron las últimas palabras que escuchó antes de vomitar y desmayarse.

Cuando despertó estaba en el mismo lugar, una mujer se encontraba hablando con el doctor, no parecía estar escuchando buenas noticias.

-Perdió la memoria, al menos parte de ella, recuerda el accidente pero lo asocia con un sueño, usa palabras extrañas como día, meses, calendario, y otras… creemos que todo este tiempo que estuvo inconsciente su cerebro estuvo activo muy levemente, y eso hizo que soñara y confundiera recuerdos con realidad- le dijo el doctor a la mujer que lloraba.

-¿Por qué nos pasa esto, doctor?- repetía la mujer llorando.

- Es posible que recupere la memoria, primero debe aceptar que usted es su hermana, y que esa gente es su familia, poco a poco puede ir recuperándola, volverá a ser la misma, no se preocupe- le decía el médico intentado consolarla.

- Preferiría que no volviera a ser ella, es mi hermana y la amo, pero es muy difícil vivir con ella, no acepta la realidad en la que vive, inventa palabras, lugares, le teme a los gigantes y le da otros nombres a los objetos, llama a las taquí tijeras y a los copo les dice zapatos, y nunca deja de hablar de sus sueños, extraños sin duda, visita lugares que luego busca en la red, pero claro, nunca han existido, ya no se qué hacer- le respondió la hermana de Michelle al doctor.

- No debería extrañarle, para algunas personas es difícil diferenciar entre los sueños y la realidad, ellos inventan otro mundo, para escapar de sus sufrimientos o cualquier sentimiento que les angustie, es posible que ella mejore, con ayuda- le dijo el doctor antes de despedirse.

Michelle despertó completamente, llamó a su hermana y llorando le pidió que la llevara a casa, al salir del lugar no pudo evitar verlo como de otra dimensión, abrieron una puerta que estaba al lado de la camilla  y ya estaban en la calle, pero dentro del hospital se podía ver el cielo por la ventana, decidió no preguntar, las calles estaban llenas de taxis, y buses también, habían muchos payasos, la hermana de Michelle le recordó que era peligroso montarse con esos sujetos, y que no debía hacerlo de nuevo. Llegaron a casa, caminando a paso lento, una vez dentro, Michelle notó que podía ver el cielo por la ventana, despejado totalmente, pero prefirió no acercarse, no había televisor, ni libros, el piso se sentía como de papel, las camas era verticales, solamente la de ella estaba horizontal, luego descubrió que nunca había podido dormir verticalmente; la mayoría de las cosas que Michelle recordaba no estaban, solo su laptop, sin Google, habían otros buscadores. Los vecinos tenían una serpiente gigante, ellos un ratón, comían objetos parecidos a tablas de madera y habían muchas fotos de animales que nunca había visto, la gente usaba palabras que no entendía, no podía responder a nada. Para Michelle eso fue demasiado, empezó a reír y corrió a saltar por la ventana, pero cayó en el césped, estaba convulsionando.

Despertaba de nuevo, y eso que parecía un sueño era su inevitable realidad, podía imaginar otra, e incluso soñarla, pero no podía escapar de esa, por muy extraña que fuera. Su familia se notaba preocupada, su situación empeoraba, ella trataba de explicarles sobre películas que había visto, lugares que había visitado, la gente de su trabajo y el parque, pero ellos solo escuchaban una mente delirante, que parecía no tener remedio; y ellos intentaban convencerla sobre los gigantes, el caté, que era la sensación de estar arriba cuando uno está abajo, y de estar abajo cuando uno está arriba, el ñuco, la ataga y el petape, y un sin número de terminos que para ella eran solamente palabras desconocidas, que sonaban horrible. Era imposible, nadie iba a ceder, Michelle estaba obsesionada en volver a su realidad, la realidad que ella recordaba, viendo los buses de camino a casa, y soñar lo mismo por toda una semana; las veces que se había desmayado y dormido en ese mundo tan extraño no había podido soñar, aunque solía hacerlo antes del accidente. 

Su demencia empeoró, intentó de todo por volver a soñar con aquel mundo que adoraba, pero la confusión de su nueva realidad hizo que colapsara,  no soportó la terapia, ni el tratamiento, no pudo aceptar su nuevo mundo, terminó internada de por vida en un manicomio, intentó suicidarse varias veces, pero nunca entendió el concepto del caté. 

En aquella realidad que Michelle había creado para sí, siempre aceptó las rarezas que soñaba, pero no podía aceptar vivir en ese mundo tan extraño, tan extraño como sus sueños, aun no me explico por qué. La única vez que le vieron feliz, fue después de diez años en el manicomio, cuando le robó a un paciente su pelota de básquetbol, hecha de maíz y miel, luego de comérsela, murió gritando – ¡Serpiente!-.

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