domingo, 29 de enero de 2012

PAUSA

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Hola! quería comunicarle a las personas que siguen el blog, que no posteare por un tiempo en el, para ser honesto, ultimamente he estado bloqueado y no he podido escribir, además, mi mente ha estado más concentrada en otro proyecto, quiero dedicarme más al trabajo audiovisual, y por eso quizas inicie un nuevo blog y un nuevo canal en youtube, pero por ahora no es nada seguro, por ahora, estoy preparando un corto, que ya tiene nombre y un semi guión, pero, como todo es posible, mejor lo terminaré, antes de dar más detalles, en fin, creo que seguiré escribiendo cuando entre a la universidad, y si algun trabajo vale la pena, lo subiré al blog, igual, nunca se sabe cuando una historia puda venir a mi mente, recientemente descubrí que, viajar en bus me hace bie, pero bueno... esto no significa que cerraré el blog, simplemente que no posteare por un tiempo, o bien no posteare tan seguido. 

Saludos!

viernes, 6 de enero de 2012

Sobre escalar el volcán Maderas



Escalar el volcán Maderas prometía ser una aventura inolvidable, la idea de hacerlo no surgió de la nada, desde antes que llegáramos a la isla de Ometepe mi hermana y yo habíamos insistido a nuestros padres en subir todos juntos, o bien, solo ella y yo con la ayuda de un guía, nos decidimos por el volcán maderas ya que según los panfletos que nos dieron en la oficina de turismo solo se necesitan ocho horas para subir, apreciar la laguna y bajar. Una vez que llegamos a la finca “El Porvenir” la decisión fue tomada con mucha prisa, pero no podíamos dejar pasar esa oportunidad.

El plan inicial, consistía en ver los petroglifos ubicados en la finca “El Porvenir” luego ir a Mérida, hacia la isla del Congo y encontrarnos con un amigo de mi tío, que había estado con él en un batallón del ejército, allá por los años ochenta, casualmente ellos comparten el mismo nombre, ambos se llaman Jehú. Luego iríamos al ojo de agua, y si nos daba tiempo iríamos a punta de Jesús María a ver el atardecer. Pero ese recorrido podía esperar, mi madre estaba muy emocionada por subir al volcán, y no tardó mucho en convencer a mi padre, mi hermana y yo lo teníamos resuelto, el plan era subir hasta el final o subir hasta el final.

Contextualicemos un poco, el volcán Maderas es uno de los volcanes ubicados en la isla de Ometepe, la cual está dentro del lago Cocibolca, o lago de Nicaragua, está a la par de el volcán Concepción, que es el único activo de la isla, y que su recorrido lleva al menos diez horas. El volcán Maderas tiene 1400m de altura, y dentro de su cráter se encuentra una laguna, el recorrido es de 6km y lleva por lo menos ocho horas. Varias personas han quedado atrapadas por varios días dentro del volcán, incluso algunas se han perdido en la laguna. El caso más famoso, es el de la pareja de turistas que se perdió y luego fueron encontrados muertos en un abismo. La mayoría de incidentes, se dieron porque los turistas prefirieron subir solos, así que para nosotros subir con un guía era indispensable.

Para subir el volcán, es necesario llevar suficiente agua, comida, zapatos adecuados, abrigo, linternas etc. etc. Nosotros no llevábamos, ni zapatos adecuados, ni abrigo, ni linternas, la decisión de subir al volcán fue tomada a último minuto y confiábamos en que regresaríamos a tiempo.

Mientras la recepcionista de la finca nos preparaba la comida y nos conseguía un guía fuimos a ver los petroglifos. Fuimos por un sendero dentro de la finca, y luego a los terrenos cercados que hay por fuera especulamos sobre el significado de los dibujos tallados en las piedras y posamos para las fotos que luego presumiríamos como si fuéramos arqueólogos al estilo de Indiana Jones o los descubridores de la tumba de Tutankhamon, cuando regresábamos un muchacho nos encontró y se presentó como Maynor, preguntó por nuestros nombres y lugar de procedencia para luego anunciarnos que él sería nuestro guía.
Mientras marchábamos hacia la cima del volcán, nos dedicamos a conocer un poco a nuestro guía, le hicimos preguntas de rutina, acerca de sus estudios, su familia, su personalidad, su estado civil y todo lo que se le pregunta a un desconocido por vez primera, pero, lo más importante, era saber cuántas veces había subido él al volcán y que tanto conocía el terreno, queríamos escuchar historias, sobre el volcán, la laguna, los turistas etc.

Mayor, nos dijo que él, sube al menos tres veces al mes, para hacer el tour del volcán, en l mayoría de los casos le ha tocado ir con turistas nacionales, pero, está en clases de inglés y ha logrado intercambiar unas cuantas palabras con los gringos. De los 25 dólares que cobra la finca “El Porvenir” por subir hacía el volcán, Maynor, recibe 20, además trabaja en la finca como obrero, pero estudia secundaria y quiere estudiar ingeniería en sistemas cuando vaya a la universidad.

El principio del camino era un sendero pedregoso, y con pasto dónde encontramos ganado pastando, seguramente todavía propiedad de los dueños de “El Porvenir” luego salimos a un punto dónde la vista del volcán era impresionante, pudimos ver que estaba cubierto de nubes o neblina, y fue en ese momento cuando mi madre decidió no seguir, ella padece de vértigo y estaba consciente de que no subiría más, pero luego seguimos caminando, pues Maynor nos prometió que más adelante se encontraba un mirador, ahí podríamos descansar. Mi padre, dijo que si mi madre decidía quedarse el tendría que acompañarla, por lo que nos tocaría a mi hermana y a mi subir el volcán.

Cuando llegamos al mirador, mis padres se tomaron “la foto de la vitoria”, la vista es espectacular, se puede apreciar un ángulo muy poco conocido del volcán concepción y a la vez del lago Cocibolca. Una vez que descansamos, era necesario, decidir si avanzaríamos o no. La respuesta de mi hermana y yo fue definitiva, iríamos hasta la laguna. Mi madre nos advirtió de que posiblemente regresaríamos muy tarde, o bien, que podríamos resbalarnos, perdernos etc. pero no nos interesaban sus advertencias. En cambio mi padre, más tranquilo, nos pidió que les dejáramos agua, y unos sándwiches para comer y luego regresarse, así la mochila que cargábamos quedó más ligera.

Después de despedirnos, seguimos avanzando hacia el kilometro numero tres dónde comeríamos y beberíamos agua. Una vez que se avanza más allá del mirador el camino se torna distinto, más pedregoso, más lodoso y más inclinado, además, hace frío, viento y leves brisas caen cada cierto tiempo; por supuesto que esto debe variar en dependencia del mes en que se suba el volcán, nosotros decidimos hacerlo en diciembre, que según entiendo es verano o invierno extendido en dependencia de la región. Por la mañana habíamos leído en el celular que INETER, estaba recomendando usar abrigo en Managua, que se caracteriza por ser un departamento cálido, y que en el salvador las temperaturas estarían entre los 8 y 11 grados.

Mientras avanzábamos hice algunas fotos de la vegetación y le tomé algunas a mi hermana y Maynor, nuestro guía, para nosotros subir ese volcán significaba mucho, para Maynor, era su trabajo regular, aun así, me sorprendió el hecho de que ninguno de sus clientes le haya tomado una foto mientras los guiaba. También me sorprendió el hecho de que mi hermana y yo fueramos subiendo, apoyados de bastones y tratando de no enlodarnos, y él fuera subiendo el sendero como si se tratara de escaleras comunes y corrientes, más de una vez le mencioné cuánto lo admiraba, pues a pesar de tener solo 17 años fue un excelente guía.

Según Maynor, debíamos estar en la laguna a eso de las 2pm, y disfrutarla el tiempo suficiente para luego regresar y estar en la finca a eso de las 6pm, parecía un buen plan, pero nos atrasamos comiendo, descansando y también porque bajábamos el paso cuando nos sentíamos cansados para no tener que detenernos completamente, yo me resbalé unas cuantas veces, al igual que mi hermana, pero  ninguno de los dos nos herimos o golpeamos de gravedad. A medida que avanzábamos, el terreno se volvía más resbaladizo, y complicado, las subidas se volvían más inclinadas y las bajadas más peligrosas, no solo porque al lado del sendero habían abismos, sino porque era necesario deshacerse de los bastones para bajar usando las dos manos. Ya que no llevábamos los zapatos adecuados para escalar, nos enlodamos casi hasta las rodillas, y los zapatos se nos despegaban constantemente, pero nada de eso podía impedir que llegáramos hasta el final para ver esa laguna.

Para disimular un poco el cansancio, y la frustración de no ver cerca el final del sendero decidimos preguntarle a Maynor sobre leyendas acerca del volcán, mi hermana le preguntó si el barro tenía propiedades curativas, o si la laguna era mágica, o medicinal, pero él dijo que no sabía nada de eso, a partir del kilometro cuatro, yo empecé a preguntarle la hora más seguido, iban a ser las dos y nosotros no estábamos ni cerca de llegar, ya habíamos comido, pero estábamos muy ansiosos por llegar, además de cansados de caminar y caminar sin ver resultados. Cuando llegamos al kilometro cinco, nos encontramos a otro guía, que venía con un grupo de cheles (extranjeros) y nos preguntó si iríamos hasta la cima, y nosotros le preguntamos qué cuánto nos faltaba, él respondió que si nos apresurábamos, llegaríamos en 40min o 1hr.
Empezamos a caminar, tratando de ignorar el tiempo y la adversidad del camino, dimos el 100% para tratar de llegar lo antes posible y regresar a tiempo. Antes de llegar al rotulo final, nos encontramos a otro chele (extranjero) que nos dijo “está un poquito mierda allá abajo, un poquito”, nosotros solo le sonreímos, porque si algo podía llamarse mierda era la caminata llena de lodo y barro que habíamos hecho, pero que en realidad disfrutamos, así que no podía haber nada más mierda que eso, estábamos equivocados.

Cuando llegamos a un cartel que decía “Este es el principio del fin, recuerda no botar basura, piensa en tu futuro”, pensamos que era una extraña forma de dar la bienvenida, pero una advertencia necesaria, Maynor nos dijo, que solo quedaba bajar al cráter y encontraríamos la laguna. Bajamos cargados de emoción, el camino era todavía más complicado que lo que habíamos recorrido, cuando vimos la laguna por primera vez, mi hermana empezó a repetir que si valía la pena todo lo que habíamos pasado, a pesar de que estaba cubierta de neblina se podía apreciar que es una hermosa laguna.
(De izquierda a derecha, Ruth, Yo y Maynor de camisa roja con gorra)

Una vez abajo Maynor y yo nos quitamos las camisas, yo lavé mis zapatos, mis manos y mis pies, al igual que mi hermana. Preguntamos si podíamos bañarnos en la laguna, pero Maynor dijo que se podía entrar pero la arena causa una sensación de hundimiento, en efecto, metí mis pies y sentí que quedaban enterrados en la arena, igualmente no quisimos rodear la laguna por miedo a perdernos, pero había algo que podíamos hacer y era tomar las “fotos de la victoria” para hacer constar que habíamos cumplido nuestro reto, no obstante, lo que nosotros no imaginábamos es que el verdadero reto sería bajar del volcán.

Eran más de las 3pm, y debíamos estar en la finca a las 6pm, según nuestros cálculos iniciales, pero estábamos retrasados una hora, así que, nos apresuramos a recoger nuestras cosas y a marcharnos, por la prisa, yo dejé la zapata de mi trípode, la misma pieza por la que tuve que comprar un trípode nuevo, ya que no las venden por separado, pero en ese momento no me percaté. Estábamos muy confiados en que llegaríamos temprano, pues bajar el volcán suponía ser más rápido que subirlo, desde el celular de Maynor enviamos un mensaje a mi papá avisando que ya habíamos salido de la laguna y todo estaba bien, que pronto llegaríamos, después, mis padres intentaron comunicarse con nosotros pero la poca señal hacía que se perdieran las llamadas, aun teníamos tiempo, solo debíamos avanzar un poco más rápido y llegar al mirador a las 6pm, pues aí el camino era mejor y no importaba que fuera de noche, pues no era tan peligroso, pero caminar de noche por el volcán si representaba un peligro mayor, pues podíamos resbalarnos y caer a algún abismo o golpearnos y quebrarnos algún hueso.

Mientras bajábamos, empezamos a reconocer varios lugares por los que habíamos pasado cuando subíamos, eso nos contentó mucho porque nos dio la impresión de que avanzábamos rápido y pronto llegaríamos a nuestro destino. Maynor, nos decía que íbamos bien, que ya faltaba poco, pero él comparte muchas características propias de los campesinos de Nicaragua, por ejemplo: No tiene ni un pelo de tonto, conoce la montaña como la palma de su mano, pero nunca dice nada concreto, a menos que le preguntes, es decir, Maynor no era capaz de decirno, “faltan tantos kilómetros” o “faltan tantos minutos”, siempre nos respondía con vaguedad, a menos que le preguntáramos, lo cual resultaba muy estresante, ya que nos frustraba escuchar que estábamos cerca y no llegar nunca al mirador.

El cielo empezó a oscurecerse con rapidez, si veíamos hacia arriba mirábamos el color gris de las nubes que se volvía cada vez más opaco, empezó a llover y a soplar el viento, yo guardé mi cámara dentro de una bolsa plástica y la metí dentro de la mochila que llevaba mi hermana, seguimos caminando pero con más cuidado y lentitud ya que el terreno que no era tan lodos había cambiado con la lluvia, de pronto dejamos de ver el gris de las nubes, y el cielo se tornó negro, el sol se había ocultado y la noche había caído sobre nosotros, y ni siquiera estábamos a mitad del camino, en un breve momento de pánico decidí no seguir avanzando y encender el celular de Maynor para esperar que nuestros padres llamaran, antes habíamos dicho que estábamos cerca del mirador pues Maynor nos lo había dicho para apresurarnos, pero en verdad estábamos lejos, nos encontrábamos a más de un kilometro.

Las distancias cambian totalmente, cuando de subir volcanes se trata, y más aun cuando se trata de avanzar en un camino inclinado, lodoso, además de la imposibilidad de ver, ya que solo contábamos con una linterna para los tres, el frío, el cansancio y debilidad de nuestras piernas. Sabíamos que detenernos era un error, porque nuestro cuerpo iba a dejar de calentarse, debíamos seguir en movimiento, pero no podíamos hacerlo solos, mi idea fue pedir otro guía para que nos ayudara a bajar, no quería terminar contando una historia como la de los demás turistas, que termina heridos, o bien, muertos, temía por mi vida, por la de mi hermana y por la del guía, que aunque conocía bien el terreno, nos confesó que era la primera vez que caminaba de noche por el sendero de noche.
El celular estaba prácticamente descargado, solo tenía una barra de batería, cuando lo encendimos empezaron a entrar mensajes de mi madre, pidiéndonos que avanzáramos con cuidado, y recordándonos que el guía llevaba la linterna, ella ya había previsto los resultados de nuestra pequeña aventura en el volcán Maderas. Pronto entró una llamada de mi padre, y le explique rápidamente la situación, no queríamos seguir avanzado porque el camino estaba muy lodoso, ya era de noche, y una linterna no bastaba para los tres, le pedí que preguntara si la gente de la finca podía mandar a otro guía para que nos ayudara, también le explique que el celular estaba por descargarse  que necesitábamos una respuesta rápida.

Poco tiempo después llamó mi madre, le expliqué que no estábamos perdidos, porque el guía sabía exactamente dónde estábamos, pero que no queríamos seguir avanzando, a pesar de la insistencia de Maynor, ella nos dijo “se acuerdan que yo les dije que no debían seguir avanzando”, y eso me hizo reír un poco, es muy típico de las madres recordarte que siempre tienen la razón, le pedí que me llamara en una hora, pues iba a apagar el celular para que la batería durara un poco más.

El tiempo no parecía avanzar, habían pasado tan solo quince minutos desde la última llamada, y yo sentía como si había pasado una hora, empecé a decirle a los muchachos que habláramos sobre cualquier cosa, y que avanzar no era una opción, así que podían olvidarse de hacerlo. Hablamos sobre la escuela, sobre Managua, dios y las iglesias, el alcohol y las drogas, la ley de atracción y lo delicioso que sería estar comiendo pollo, también hablamos de cómo esas experiencias te hacen crecer y valorar la vida, le dije a Maynor que el instinto principal del hombre era sobrevivir, y que en la mayoría de los casos los cobardes son los que sobreviven, les conté a él y a mi hermana cómo dos hombres de las cavernas se encontraron con un dinosaurio y el valiente murió, mientras el cobarde logró correr lo suficientemente rápido para escapar de la muerte, nosotros debíamos hacer lo mismo, ser cobardes y esperar por otro guía que nos ayudara, ya que ser valiente y enfrentarse a la adversidad del camino podría costarnos la vida, a cualquiera de los tres.

Maynor estaba preocupado, el confiaba mucho en que podía avanzar y guiarnos, pero quedarse y pedir ayuda para él estaba mal ya que temía que lo despidieran del trabajo, pero traté de consolarlo diciéndole que hablaríamos con su jefe y le explicaríamos que no fue culpa de él, sino, nuestra. El tiempo pasó y mi hermana y Maynor siguieron hablando, mi hermana acaba de salir de secundaria y este es el último año de Maynor, así que encontraron de que hablar, pero aún no pasaba la ora que había acordado con mi madre, no podía encender el teléfono.

Creo que ninguno pensó que íbamos a morir, bromeamos un poco, diciendo que era una suerte que no nos llevamos nada de la laguna o del volcán, ya que hubiera sido imposible salir de haberlo hecho, en ese sentido mi hermana es un poco supersticiosa, pero hablar sobre ese tipo de cosas en una situación de crisis, te hace reír y te causa un poco de alivio. La brisa continuó cayendo, y la neblina pasaba por el lugar dónde estábamos estancados, pusimos el abrigo de Maynor en el suelo y nos acostamos, encendimos el teléfono y esperamos la llamada.

Cuando mi padre se comunicó con nosotros, nos dijo que andaban buscando a otro guía, que era el papa de Maynor, para que nos ayudara, y nos pidió que bajáramos poco a poco, yo me negué y le dije que había llovido y la neblina no nos dejaba ver bien, le conté que estábamos hablando y tratando de distraernos del frío, que nos llamara una vez que el guía estuviera confirmado, para darle nuestra ubicación, estábamos en un lugar llamado “La Argentina”.

Mientras nos confirmaban si enviarían o no otro guía seguimos hablando, teníamos frío, y para comer nos quedaba un pedazo de chocolate que mi hermana había guardado, empezamos a bromear sobre una serie de televisión llamada a prueba de todo, y que luego podríamos contar esta historia como uno de esos epidosios, decíamos, “¿Tenés frío? Vos no has subido, ni bajado, el volcán Maderas” o “¿Estás cansado de tanto caminar? Vos no has subido al volcán Maderas”, también le dijimos a Maynor que luego podría contar en la escuela cómo fue que nos quedamos estancados y decirle a sus amigos y demás guías que eran pelcuhes (Amateurs). Sin duda, bromear en ese momento nos alivió mucho.

Pero lejos de estar pasando un buen momento, estábamos muy preocupados, si nos decía que no podían enviar otro guía debíamos avanzar a como pudiéramos, y aunque habíamos considerado dormir en el volcán, la verdad es que temíamos enfermarnos de neumonía o algo por el estilo, ya que llovía y hacía mucho frío. Solo nos quedaba una botella de agua, y nada de comida, y si el celular terminaba por descargarse quedaríamos incomunicados, la única ventaja que teníamos era que Maynor conocía el lugar dónde estábamos ubicados, y que eso facilitaba las cosas al otro guía ya que no tenía que buscarnos como si estuviéramos perdidos en cualquier parte del volcán.

Mi padre llamó una vez más para confirmarnos que subiría un guía, su nombre era Ever, y es el hermano mayor de Maynor, en ese momento me sentí mas aliviado, solo debíamos esperar que subiera hasta el punto dónde nosotros estábamos, Maynor habló con el capataz de la finca, y le dijo que estábamos en La Argentina, y luego nos dijo que debíamos gritarle para que nos escuchara, le dije “voy a gritar a todo pulmón y lo voy a disfrutar”, estábamos muy contentos de que llegara otro guía, el tiempo que pasó hasta que Ever llegara pareció una eternidad, pero nos sirvió para seguir reflexionando y conociéndonos, no pude tomar fotos porque la lluvia podía dañar mi cámara, y temía que el flash atrajera a algún animal o algo por el estilo.

Cuando Ever llegó le pedí que le prestara su chaqueta a mi hermana, y ya que él es más alto y recio que Maynor, le pedí que se fuera con mi hermana, Maynor y yo nos fuimos adelante, no era tan fácil avanzar, mis piernas se habían enfriado y mientras caminaba empezaban a temblarme, todavía no habíamos pasado la peor parte del camino, nada mejoraría hasta llegar al mirador, pero sentí que avanzábamos más rápido, y con más seguridad con los dos guías, aun no habíamos salido del peligro pero todo apuntaba a que lograríamos bajar del volcán.

Cuando llegamos al mirador todos fuimos felices, descansamos un poco, y Ever nos comentó que una vez le había tocado bajar a una mujer que se quebró la pierna, y que estudiaba en la UNAN de Managua, entre otras cosas. La vista del volcán Concepción desde el mirador era perfecta, si de día me pareció maravilloso, el paisaje nocturno me encantó, es una lástima que las cámaras no puedan capturar las fotos con la calidad que el ojo humano mira los objetos. En el mirador nos tomamos otras fotos, mi cámara estaba un poco mojada, y cuando quise colocarla en el trípode, me percaté de que había dejado la zapata, pero hicimos las fotos sin el trípode y seguimos avanzando.

(De izquierda a derecha, Ever, Ruth y Maynor sin gorra)

Después de bajar el mirador todo fue mejor, aunque mis piernas iban cansadas, y avanzaban temblorosas, el camino mejoró considerablemente, aunque debíamos tener cuidado con las piedras, Maynor y yo avanzamos mucho más rápido que mi hermana y Ever, ya que no íbamos tomados de la mano, pero hicimos varias pausas para esperarlos, y mientras avanzamos hacia la finca nos dimos tiempo de hablar sobre autos, caballos, montadas de toros y mujeres, en el camino nos encontramos a su padre, que luego se quedó esperando a Ever y a mi hermana.

Una vez que llegamos a “El Porvenir” mi madre y padre salieron a nuestro encuentro, nos abrasamos y nos sentamos para cambiar de zapatos y esperar la comida que nos había preparado, intercambie números con Maynor, y le prometí que le enviaría las fotos que le tomé durante el camino al correo de la finca, ya que en la isla de Ometepe no hay ningún lugar para revelar fotografías. Mi madre empezó a preguntarme por mi hermana, y le dije que venía más atrás con el otro guía, y respondí las preguntas del capataz y de las demás personas, también le expliqué que no era culpa de Maynor, sino, nuestra ya que nos rehusamos a seguir avanzando.

Cuando mi hermana llegó fuimos a comer y empezamos a comentar todo con lujo de detalle, mi padre sacó la cámara de la mochila y empezó a ver las fotos que habíamos hecho en el camino. Estábamos felices de haber sobrevivido, y también agradecidos con Maynor y con Ever, pues sin ellos nos hubiéramos perdido, e incluso podíamos haber muerto. La próxima vez que decidamos subir un volcán, en el caso de que mi hermana se aventure una vez más, trataremos de no hacerlo tan improvisadamente como esta vez, aunque subiendo nos encontramos a un chele que iba bajando descalzo, pero bueno, cada quién con lo suyo. Sin duda, el viaje fue un éxito, y la experiencia que pasamos, a pesar de ser angustiosa para nuestros padres y para nosotros valió la pena en todos los sentidos, fue una aventura total, y claro, hubiera sido mejor subir el volcán de día y regresar a “una hora más sensata”, como dijo un buen amigo de la familia.

Subir el volcán Maderas, es algo que toda persona que vaya a la isla de Ometepe, y se encuentre en las condiciones de salud para hacerlo, debería intentar. Por mi parte, puedo decir que estoy contento de haberlo hecho mío.

P.D pronto subiré las fotos a Flickr y a 500px, estén pendientes de los enlaces en twitter y facebook. No las subo a facebook porque pierdo los derechos sobre ellas y los odio por eso.