Hace unos cuantos meses, cuando
mi adicción a twitter apenas comenzaba, hacia una pequeña comparación entre las
ventajas de informarme por medio de esta red social y dejar la televisión
apagada de una vez por todas.
Mantengo mi posición. Prefiero leer
un tweet, y buscar la noticia en línea, antes que ver el noticiero del medio
día o la edición nocturna.
Mi descontento con la televisión nacional
(de cualquier tendencia) se da por su falta de responsabilidad social. ¡Sí! Los
medios de comunicación social (en especial la televisión) son responsables de
muchas situaciones que afectan consciente o inconscientemente a nuestra sociedad.
Más allá de exigir “la verdad” o “la
objetividad”, o determinada orientación política a las televisoras (porque seamos
honestos, todos tenemos una orientación, y sabemos qué y que no queremos
escuchar) deberíamos exigirles responsabilidad.
Con esto me refiero a la abolición
de la nota roja, y a la revisión de su programación: Laura en América, Casos de
La Vida, Acción 10, Crónica TN8, la infinidad de novelas que transmiten por la mayoría
de las televisoras, no son programas nada educativos y están completamente
alejados de nuestros valores y cultura.
Me puse romántico. La brecha
entre ricos y pobres también es consecuencia de la nota roja, y del mediocre
ejercicio del periodismo que se vende (no por unas cuantas monedas) por dos
pedazos de cuajada. “La realidad” ofrecida por los que justifican la nota roja
crea la inseguridad, el miedo y la exclusión porque la noticia tiene una orientación
clasista. Ninguna de la cámaras de crónica TN8 o Acción 10 se adentra en los
residenciales o las “zonas pudientes” de la capital.
Pero, si dejamos de un lado la nota
roja, la programación no mejora. Es una lástima que existan tantos canales (2-4-6-8-9-10-11-12-13-14-15) con
programación tan mediocre. Existen muchas posibilidades de utilizar la televisión
para potenciar el desarrollo de una sociedad (y no hablo de quitarle la diversión
a nadie, su Sábado Gigante y su Bienvenidos están a salvo) pero se desperdicia
en juegos, trivias, talk shows etc. alejados completamente del contexto
nacional.
Una vez tuve la oportunidad de
preguntarle al relacionista público de canal 2 (un viejito cuyo nombre no recuerdo)
porque no se invertía más en producción nacional en vez de gastar lo que gastan
(no tomo notas nunca, lo siento) en comprar episodios de telenovelas, su
respuesta fue algo parecido a: En el Sistema Sandinista de Televisión todo
corría por cuenta del estado, ahora las televisoras son privadas y las telenovelas
nos hacen ganar dinero.
Nos quejamos de que el talento se
pierde, de que el periodismo es mediocre, y nos llenamos la boca diciendo que
es mejor leer y apagar la televisión. No obstante, somos nosotros los que la
dejamos encendida y vemos lo que transmiten con indiferencia e ignorancia; o
los que la apagamos y esperamos que la próxima vez que la encendamos “algo”
haya cambiado.
Pero apagar la Tv no resuelve
nada.
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